Aldo MariáteguiLA COLUMNA DEL DIRECTOR |
Más de Solzhenitsyn
12 de Diciembre del 2010
LIMA | A propósito de algunos comentarios, he vuelto a releer al ruso Solzhenitsyn, Premio Nobel de Literatura de 1970, y me he topado con este discurso hecho en Harvard en 1978, del que copio algunos párrafos: (...) El constante deseo de poseer cada vez más cosas y un nivel de vida cada vez más alto, con la obsesión que esto implica, ha impreso en muchos rostros occidentales rasgos de ansiedad y hasta de depresión.
(...) Si uno está a cubierto desde el punto de vista legal, ya nada más es requerido. Nadie mencionaría que, a pesar de ello, uno podría seguir sin tener razón. Exigir una autolimitación o una renuncia a estos derechos, convocar al sacrificio y a asumir riesgos con abnegación sonaría a algo simplemente absurdo.
(...) Un estadista que quiera lograr algo importante y altamente constructivo para su país está obligado a moverse con mucha cautela y hasta con timidez. Miles de apresurados e irresponsables críticos estarán pendientes de él. Constantemente será desairado por el Parlamento y por la prensa. Tendrá que demostrar que cada uno de sus pasos está bien fundamentado y es absolutamente impecable. El resultado final es que una gran persona, auténticamente extraordinaria, no tiene ninguna posibilidad de imponerse.
(...) La defensa de los derechos individuales ha alcanzado tales extremos que deja a la sociedad totalmente indefensa contra ciertos individuos. Es hora, en Occidente, de defender no tanto los derechos humanos sino las obligaciones humanas.
(...) Por el otro lado, a la libertad destructiva e irresponsable se le ha concedido un espacio ilimitado. La sociedad ha demostrado tener escasas defensas contra el abismo de la decadencia humana. Por ejemplo, contra el abuso de la libertad que conduce a la violencia moral contra los jóvenes.
(...) El culpable puede terminar sin castigo, o bien obtener una compasión inmerecida, todo ello con el apoyo de miles de defensores en la sociedad. Cuando un gobierno seriamente se pone a erradicar la subversión, la opinión pública inmediatamente lo acusa de violar los derechos civiles de los terroristas...
(...) La prensa puede, o bien asumir el papel de la opinión pública, o bien puede pervertirla. De este modo podemos tener a terroristas glorificados como héroes; o bien ver cómo asuntos secretos pertenecientes a la defensa nacional resultan públicamente revelados; o podemos ser testigos de la desvergonzada violación de la privacidad de personas famosas bajo el eslogan de ´todo el mundo tiene derecho a saberlo todo´. Aunque éste es el falso eslogan de una falsa era. De un valor muy superior es el desacreditado derecho de las personas a no saber; que no se abarroten sus divinas almas con chismes, estupideces y habladurías vanas.
(...) Vuestros académicos son libres en un sentido legal, pero están acorralados por la moda del capricho predominante.
(...) Con todo, muchas personas que viven en Occidente están insatisfechas con su propia sociedad. La desprecian o la acusan de no estar ya al nivel de lo que requiere la madurez de la humanidad. Y esto empuja a muchos a inclinarse por el socialismo, lo cual es una falsa y peligrosa tendencia.
(...) Hay advertencias significativas de la historia para una sociedad amenazada de muerte. Tal es, por ejemplo, la decadencia del arte, o la carencia de grandes estadistas.
(...) La nueva forma humanística del pensamiento, que había sido proclamada nuestra guía, no admitía la existencia de una maldad intrínseca en el ser humano, ni entreveía una misión más elevada que el logro de la felicidad terrenal. Dio inicio a la civilización occidental con una peligrosa tendencia a idolatrar al hombre y a sus necesidades materiales (...) Eso proporcionó su acceso al Mal, que en nuestros días fluye libre y constante.
(...) Todos los celebrados logros tecnológicos del progreso, incluyendo la conquista del espacio exterior, no alcanzan para redimir la pobreza moral del siglo XX.
(...) Más aún, la interrelación es tal que la corriente materialista que está más hacia la izquierda, siendo que de este modo es la más consistente, siempre demuestra ser la más fuerte, la más atractiva y victoriosa.
(...) Desde el momento en que su cuerpo está condenado a la muerte, su misión sobre la Tierra evidentemente debe ser más espiritual y no sólo disfrutar incontrolablemente de la vida diaria (...) Para dejar la vida siendo un ser humano mejor que el que entró en ella".
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