domingo, 29 de agosto de 2010

Aministia Internacional. Hans Landolt

Internacional

En la vorágine del cambio

Hans Landolt

El movimiento de derechos humanos será sin duda diferente en los próximos años. Los acuerdos recientes de Amnistía Internacional reflejan su compromiso con el cambio y lo que se viene.

 

Cada dos años, delegados de las secciones que Amnistía Internacional (AI) tiene alrededor del mundo se reúnen para hacer el balance del ciclo precedente y adoptar las decisiones que definan el rumbo a seguir.

Este año, dicha reunión, el Consejo Internacional (CI) de AI, tuvo lugar en Dakar, la capital de Senegal. Más de 500 mujeres y hombres de diferentes regiones, razas, orientaciones, religiones y culturas adoptaron acuerdos que trascenderán los marcos de su organización e influirán en las tendencias y debates que se viven en otros ámbitos y organizaciones.

Las páginas que The Economist le dedicó a la reunión y al contenido de sus discusiones incluso antes de que los delegados llegaran al Africa, revelan el interés y la atención que el CI generó en diversos sectores. Ya durante la reunión, el discurso del presidente de Senegal y ex prisionero de conciencia confirmó ese interés.

Concluido el evento, bien vale la pena hacer un recuento de lo que se viene.

Mirando al futuro

AI ha iniciado un proceso de grandes cambios, los que deberán plasmarse en los próximos cuatro años.

Destaca, en primer lugar, la puesta en marcha de la denominada "refundación" de AI, orientada a adoptar una nueva visión y una nueva misión. Este proceso, en el que intervendrán expertos de otras organizaciones, promoverá una amplia discusión con participación de toda la membresía y concluirá en agosto del 2005. Por primera vez, desde el visionario lanzamiento de este movimiento 40 años atrás, se organiza un proceso de tal naturaleza y dimensiones. Es una oportunidad, entre otras cosas, para nutrirse de las tendencias políticas, económicas y sociales de la actualidad, y en particular, de la evolución en el propio campo de los derechos humanos. Sin duda, en las últimas décadas no sólo ha evolucionado la comprensión sobre los derechos humanos, sino que las organizaciones de defensores se han multiplicado y muchas otras adoptan crecientemente un enfoque de derechos. Tomar debida cuenta de esta evolución resulta esencial para repensar el desarrollo de AI en el largo plazo y su respuesta a los retos de los nuevos tiempos.

Junto a la adopción de una visión y una misión para las próximas décadas, AI decidirá en esas mismas fechas el fin de su "mandato", aquel que ha sido no sólo referente de identidad sino su marco de acción posible. Para entonces, ese marco y referente seguramente pasará a ser una pieza de historia y los cientos de miles de miembros de AI estarán preparados para asumir un nuevo referente de identidad, reemplazando su norma interna –el "mandato"– por el concepto más amplio de derechos humanos y el cuerpo instrumental y doctrinario de estos derechos desarrollado internacionalmente.

Éste es un cambio de perspectiva de enorme importancia para una organización que, desde que se creó, ha debido expandir su "mandato" para poder ampliar su marco de acción. Con el cambio, lo que haga o deje de hacer AI ya no dependerá de la mutación de su "mandato", sino de la importancia que cualquiera de los derechos humanos tenga o no, en el ámbito en el que se actúe. La determinación de prioridades se traslada así, definitivamente, a las estrategias por país y al plan de trabajo internacional.

Este énfasis se expresa también en el acuerdo de extender el período de planificación internacional. El nuevo "Plan Estratégico Integrado" de AI correrá ahora por períodos, ya no de cuatro, sino de seis años; y el próximo plan tendrá además el reto de sentar las bases para que la organización sea capaz de trabajar eficazmente con un enfoque que abarque el espectro completo de los derechos humanos.

Preparándose para ese paso definitivo, el "mandato" ya ha sufrido en Dakar uno de sus más significativos cambios desde la fundación del movimiento, al abarcar por primera vez la oposición a los casos de violación de derechos económicos y sociales por motivos de discriminación o porque afecten la integridad física o psicológica de las víctimas.

Éste es un paso fundamental y de indudables repercusiones. Desde el fin de la guerra fría la indivisibilidad de los derechos humanos gana cada día más terreno y se demuestra como indispensable para encarar la inestabilidad de un mundo plagado de miseria y exclusión. Desarrollar nuevas formas de trabajo sobre los derechos económicos, sociales y culturales mediante la acción de la membresía resulta, a su vez, indispensable para un movimiento de derechos humanos con presencia en todo el mundo. Pero lo es también para el trabajo desde una perspectiva de género y para el trabajo con actores privados (ver más adelante el subtítulo "Sismos de menor intensidad").

Un movimiento "glocal"

Para asumir los nuevos retos, en Dakar se ha acordado desarrollar acuerdos de complementariedad por áreas de trabajo y el planteamiento de alianzas estratégicas con otras organizaciones y movimientos. Esto, que parecería obvio, no deja de ser significativo para AI, pues es la positiva reafirmación de una relativamente reciente evolución interna para desarrollar la cooperación con otros, en un movimiento que siempre ha sido muy celoso en preservar una imagen que corresponda fielmente a su independencia e imparcialidad.

Sin embargo, lo más relevante es que ahora esto se hará en el contexto de otro cambio trascendente para Amnistía: la modificación de su política sobre el trabajo de los miembros sobre casos de su propio país.

Durante décadas, los miembros de AI alrededor del mundo observaron cuidadosamente la política de no involucrarse, en su condición de tales, en la investigación, denuncia o acción sobre casos individuales de derechos humanos en su propio país. Aunque esta política fue flexibilizándose, permitiendo excepciones y la posibilidad de informar lo que Amnistía decía o hacía sobre esos casos como movimiento mundial, la llamada "política sobre el trabajo en el propio país" fue una característica que identificó al movimiento y sus miembros, para privilegiar así uno de sus valores centrales: la solidaridad internacional.

Esto también cambió definitivamente en Dakar. No, por cierto, la importancia que AI le sigue asignando a la solidaridad internacional. Pero sí consagra la importancia que ahora tiene para el movimiento la relevancia nacional y la conciencia de lo contradictorio o contraproducente que podía resultar muchas veces la política anterior. La nueva orientación da un mayor énfasis al análisis de la situación en cada país para determinar la estrategia de acción y el tipo de presencia que buscamos, promueve la búsqueda de modelos alternativos de desarrollo y se complementa con las decisiones sobre las nuevas formas de hacer las campañas de AI, para llegar y movilizar audiencias más amplias, para usar los nuevos medios tecnológicos, para que la identifiquen por lo que hace y conseguir resultados verificables.

En los próximos años, en el contexto de diseñar estrategias por país y región, AI emprenderá una revisión a fondo de sus experiencias de desarrollo para establecer nuevos objetivos y políticas en la búsqueda de una presencia universal. Pero también emprenderá la revisión a fondo de una de sus columnas vertebrales: el trabajo de investigación.

La revisión de su trabajo de investigación no sólo se hace necesaria en el contexto de los cambios (producidos y previsibles) de su "mandato" (entre otros factores), sino que, en el contexto de un nuevo impulso a la política de alianzas, de la promoción de modelos alternativos de desarrollo y, especialmente, de los cambios en la política de trabajo en el propio país, se convierte en una gran oportunidad. En los próximos años, las secciones de AI no sólo podrán hacer trabajo de investigación sobre casos de su propio país, sino que podrán hacerlo en alianza y cooperación con otros.

Los cambios apuntan a un movimiento que, reafirmándose como un movimiento global, revalora la importancia de las raíces locales. Más aún: a una apuesta de fondo por los derechos humanos, por promover con éstos un cambio cultural, introducirlos en la cotidianidad y cambiar los comportamientos sociales, no sólo el de las autoridades.

Sismos de diferente intensidad

Como hemos destacado líneas arriba, tampoco es gratuito que el Consejo Internacional en Dakar haya adoptado nuevas decisiones para desarrollar el trabajo con los actores económicos que, comprometidos en la globalización, tienen crecientes roles e influencia en el mundo contemporáneo.

Lo más trascendente en este campo, al que se le presta creciente atención desde hace algunos años, es la modificación de otra de las políticas que ha caracterizado a AI: su neutralidad frente a las sanciones y boicots (neutralidad que mantiene frente a las llamadas "intervenciones humanitarias"). AI no se pronunciaba ni a favor ni en contra de tales medidas... hasta Dakar. En adelante, podrá tomar posición en uno u otro sentido, sólo cuando razonablemente se asuma que tales sanciones pueden contribuir a combatir graves violaciones de los derechos humanos o cuando razonablemente se asuma que tales sanciones puedan contribuir a prevenir, reducir o acabar dichas violaciones. 

Los cambios organizacionales y la inversión en sus recursos humanos, sin los cuales no podrían sino implementarse deficientemente los cambios reseñados, también fueron motivo de atención en la cita mundial de AI. Innovaciones en las estructuras y procesos de toma de decisiones, en las funciones y atribuciones de diversas instancias y la asignación de recursos para el desarrrollo organizacional, la mejoría de las condiciones de trabajo y una óptima gestión profesional en el Secretariado Internacional, redondearon la faena.

Obviamente, lejos de ser un análisis profundo y detallado, ésta no es más que una pincelada sobre las decisiones de un movimiento que, como espero haber podido transmitir, está lleno de vida y colorido, listo para aprender, flexible al cambio, que convoca el entusiasmo de millones y que encierra durante la magia de sus Consejos Internacionales, temas y debates de propios y extraños. Sus miembros se encargan luego de que los resultados se esparzan por el mundo y contribuyan a enriquecer a un movimiento mucho más amplio que, pese a los temores y las dudas del presente, mantiene encendida la esperanza y persiste en el empeño de moldear al mundo de otra manera.

Hans Landolt es miembro del IDL

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