Sin ánimo de ofender. Por fin, ¿qué es un "caviar"?
Eduardo Adrianzén.
Es la pregunta que hizo una amiga poco enterada del folclore político y, con sentido del humor –solo puede ser tomado así– intentamos desglosar los elementos de esta palabrita que le revienta el hígado a mentes brillantes como Carlos Raffo, Kenji, Rafael Rey y otros. Veamos: para los neoliberales fundamentalistas ("salvo el mercado, todo es ilusión") o los fachos de siempre, "caviar" es alguien con ideas de izquierda que vive en un barrio de clase media o alta, tiene una vida cómoda, buena formación universitaria –a menudo de la Católica– escribe, opina, a veces lidera y ¡horror, crimen imperdonable! suele trabajar en ONGs. Pero su principal característica es el origen: para la extraña lógica derechista, si has nacido dentro de la casta dominante deberías estar del lado de "los tuyos" y siempre votar por el PPC o respaldar a Fujimori. Por lo tanto el caviar es una suerte de traidor a su grupo social y además inconsecuente, ya que no vive en un asentamiento humano, disfruta los placeres que su presupuesto le permite y le gusta el jazz, el teatro y similares.
Pues bien: de seguir esa misma lógica de obedecer los intereses de clase, llegaríamos a la conclusión de que el 70% de peruanos que viven en pobreza o extrema pobreza deberían ser pro-castristas, ya que en teoría el comunismo les conviene más porque les resuelve los problemas básicos de salud y comida. ¿Entonces qué serían los pequeños empresarios o trabajadores que buscan insertarse con su chamba honesta en el modelo económico capitalista y al hacerlo también "traicionan" su origen popular? ¿Hueveras? Algunos jamás entenderán que "conveniencia" y "convicciones" son palabras muy distintas: sobre todo los que ejercen o han ejercido siempre el poder, con las consecuencias ya vistas. Y encima tienen el cuajo y la fantasía de creer que denigran al llamar "caviar" a otro cuando, en su boca o su pluma, el adjetivo se convierte casi en sinónimo de no ser un corrupto.
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